Concierto barroco en la ermita. Notas al programa

El grand Tour

A lo largo del siglo XVIII, el Grand Tour constituyó una moda entre los jóvenes europeos de clase alta. Consistía en un viaje por los grandes centros culturales del continente, que se hacía al alcanzar la mayoría de edad, cuyo destino clave era Italia. Esta costumbre permitía a las futuras élites europeas conocer las características de las diversas manifestaciones artísticas nacionales. Sustentado por un importante movimiento migratorio de artistas a lo largo del continente, en busca de la protección de mecenas poderosos que les ayudaran a alcanzar una buena posición, dio lugar, en lo que a música se refiere, a un estilo de composición paneuropeo. Conocido como “los gustos reunidos”, este estilo musical, propio del Barroco tardío, reunió características particulares de los diferentes estilos nacionales.

Uno de los mayores exponentes de aquel estilo paneuropeo fue el compositor alemán Georg Philipp Telemann. En su Suite Geográfica, introducida por una obertura al estilo de los “gustos reunidos” y denominada “Europa”, describe el carácter musical de algunas de las grandes naciones europeas: Portugal, España, Francia, Alemania, Bohemia, Dinamarca, Rusia y la Turquía europea.

En contraposición al Grand Tour, que llevaba a los jóvenes europeos a visitar Italia y a músicos de todo el continente a formarse allí, durante la primera parte del siglo XVIII tuvo lugar una importante migración de músicos italianos al resto de Europa. El mercado musical italiano estaba saturado de buenos músicos y, por ello, un gran número de jóvenes virtuosos se vio obligado a buscar fortuna al otro lado de los Alpes. Las islas británicas fueron el destino elegido por muchos de ellos debido a su próspero y liberalizado mercado. Allí era posible ser músico profesional sin depender de un patrón, se podían organizar ciclos de conciertos y publicar composiciones para venderlas a suscriptores.

A aquella generación de virtuosos italianos que emigraron a las islas británicas pertenecen los violinistas Francesco Geminiani y Pietro Castrucci; y el oboísta Giuseppe Sammartini. Los violinistas habían sido alumnos del célebre Arcangelo Corelli, al que los ingleses admiraban con devoción y, por ello, fueron acogidos fervorosamente por el público y pudieron desarrollar una importante carrera como intérpretes y compositores. Ambos desarrollaron su actividad musical entre Londres y Dublín.

El violinista Pietro Castrucci fue un adelantado a su tiempo y sus composiciones fueron consideradas excéntricas y de extrema dificultad. Fue durante años el concertino de la orquesta londinense del famoso Georg Friedrich Händel, en la que coincidió con otro virtuoso italiano, el oboísta Pietro Sammartini, para el que fueron compuestos los grandes solos de oboe del compositor alemán. A pesar de que la música orquestal de Sammartini no fue conocida hasta después de su muerte, está considerado como una de las figuras más influyentes de la música orquestal en Inglaterra de la primera mitad del siglo XVIII.

Aquellos jóvenes italianos influyeron de forma decisiva en el estilo musical de varias generaciones de compositores británicos. Uno de los más importantes fue Charles Avison, que estudió con Geminiani en Londres. Tiene una gran producción de conciertos para orquesta de cuerda al estilo italiano y, como tributo a aquella nación, compuso la colección a la que pertenece el concierto que tocamos hoy. Se trata de una orquestación para cuerda de las lecciones para clave solo de Domenico Scarlatti, el famoso compositor italiano que acabó sus días al servicio de la corte española de Fernando VI.



© Teresa Casanova, 2023